¿QUÉ ES LA CULTURA?

04.11.2024

La mayoría de los sociólogos e historiadores la definen como el conjunto de costumbres, creencias, cono­cimientos y pensamientos propios de un grupo humano en un lugar y en el contexto de una época. El conocimiento influirá en las creencias y éstas, a su vez, terminarán por influir en el pensamiento y las costumbres. El arte será, la mayoría de las veces, un reflejo de ese proceso cambiante. Y he aquí una incógnita: ¿Por qué existieron artistas en todas las épocas de la humanidad? Es decir, personas que quisieron expresar de alguna manera el entorno, los cambios, los conocimientos y hasta el pensamiento general reinante en el tiempo que les tocó vivir.

Se dice, con razón, que el arte es una parte inse­parable de la cultura. Pero podemos preguntarnos cuál es la necesidad humana que hizo del arte una forma única de expresar todos los cambios a medida que éstos se produ­cían. Desde la prehistoria hasta hoy.

No hay respuestas claras para esta interrogante.

Parecería que las personas dedicadas a tal tipo de expresión tendrían alguna predisposición psicológica deter­minante, capaz de impulsarles a trabajar exclusivamente en representar de diferentes formas lo que ven a su alrededor, lo que observan que la gente piensa y hace, los fenómenos de la naturaleza, en fin, representar o expresar todo aquello que no necesitaría del arte para que aconteciese de todos modos.

Los músicos, en particular, son el caso más enig­mático. Hasta el momento no hay ninguna explicación cohe­rente acerca de por qué alguien siente el impulso de pro­ducir sonidos con el solo objeto de expresar algo que, mu­chas veces, es inmaterial. Tampoco hay explicación clara para el placer, o el rechazo, que las personas puedan sentir al escuchar esos sonidos, dependiendo de quien sea – o haya sido – el creador de la música.

Estudios realizados en diferentes partes del mundo (Frederick Travis, de la Maharishi University of Management en Estados Unidos; Harald Harung, de la Oslo University College en Noruega; e Yvonne Lagrösen, de la University West en Suecia) revelaron, mediante el uso de electroencefalogramas, que el cerebro de los músicos muestra patrones especiales, con alto desarrollo mental. Según los investigadores, podría deberse a que los músicos poseen lóbulos frontales bien coordinados, siendo esta parte del cerebro la que se activa en las altas funciones cere­brales como el razonamiento y el pensamiento lógico. También se descubrió un predominio de la actividad en una frecuencia llamada ondas alfa, que se da cuando el cerebro hace una síntesis de los detalles en un todo. Los mismos investigadores revelaron aún algo más. Otros electroencefalogramas parecían sugerir algo sobre la personalidad más probable del músico. Mostraron que los músicos usan el cerebro con economía, es decir, se ponen alertas para la acción solamente cuando es necesario. También se usaron algunos cuestionarios para medir la relación mente-cerebro. (Fuente: University West, Suecia).

Sin embargo, el acto de crear música es probable que nunca se pueda reducir a meros patrones científicos. Aunque su estudio pertenece al campo de la psicología, no se consigue explicar del todo la aptitud de alguien para la creatividad artística, quizá debido a que depende de un número demasiado grande de factores fortuitos, dentro de las ideas y las percepciones que, en el caso de un artista, serían fuentes de inspiración. La inspiración musical suele carecer de medios materiales suficientes para poderse expresar con absoluta fidelidad. Pero los músicos casi nunca poseen conoci­mientos ni formación como para realizar investigaciones con criterios científicos. Por otra parte, la ciencia vinculada a la música casi siempre es multidisciplinaria, pues necesita especializaciones en distintas materias. El diseño y construcción de instrumentos musicales es uno de los ejemplos más ricos en este sentido.

Todo ello es una parte de a cultura. Y ahora, como hablamos de cultura, la gran pregunta:
¿Qué es la música?

No, no; decididamente no es "el arte de combinar bien los sonidos" como dice la definición más tradicional. ¿Alguien sabe, por ventura, cuántas veces, a lo largo de la historia, varió la idea de cuándo los sonidos están "bien" o "mal" combinados? Si alguna vez se pudiese llegar a una conclusión de valor permanente habremos descubierto una verdad absoluta.

Afortunadamente, en el arte no existen verdades ab­solutas. Todo cuanto se ha escrito sobre teoría y estética de la música es prueba de ello. Sin embargo, eso no significa que el arte pueda ser un barco sin timón. Existen ciertos principios, con orígenes muy remotos pero vigentes aún en la actualidad. Y, como era de esperar, el artista podrá, luego, esculpir con sonidos su propio espíritu y, tal vez, el de la humanidad.